Buenos días, Emmanuelle ¿Cómo estamos hoy?
...
Buenos noches, Emmanuelle ¿Cómo te encuentras?
...
Buenas tarde, Emmanuelle ¿has almorzado ya?
...
Emmanuelle.
La musa de mis versos está perdida, navegando sin mi aquiescencia en los canales truncos de su mente y a la deriva. Las piedras del río traen reminiscencias vagas de risas contagiosas o noches de infiernos helados, o quizá, también, sabores salados de caricias mustias. Observa la imagen fuera de casa, atravesando la prisión de su alma, difuminando el ventanal con su mirada ¿anhelante? Quizá.
Sus ojos se han vuelto fríos. Sus manos son caricias de muerte. Sus labios una aspa censurando sentimientos. Un recipiente vacío en el lugar del corazón. Una melodía sin letra en su boca. Un dibujo soleado borrado en la nevera en su cabeza. Un poema gris y oscuro es su amor. Se ha vuelto una rosa marchita ante mis ojos.
Ella es Emmanuelle, mi Emmanuelle. Mi dulce, dulce Emmanuelle.
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miércoles, 29 de enero de 2014
lunes, 27 de enero de 2014
Drenaje
12:10
Arde.
Quema.
Destruye...
La virulencia de tus pensamientos infames se desintegra con el conocimiento de la esencia. No intentes esconderla con tanto ahínco... Sigue intentando que el arder de un deseo terrenal llene y cicatrice las heridas de un corazón roto. Pugna porque la fantasía no se acabe, para que no tengas que sentir la caliente calzada contra tu cara y no seas abofeteado por los recuerdos, ni se mofen de ti todas tus inseguridades.
Y si puedes...
solo si puedes...
Libérate.
12:13
Arde.
Quema.
Destruye...
La virulencia de tus pensamientos infames se desintegra con el conocimiento de la esencia. No intentes esconderla con tanto ahínco... Sigue intentando que el arder de un deseo terrenal llene y cicatrice las heridas de un corazón roto. Pugna porque la fantasía no se acabe, para que no tengas que sentir la caliente calzada contra tu cara y no seas abofeteado por los recuerdos, ni se mofen de ti todas tus inseguridades.
Y si puedes...
solo si puedes...
Libérate.
-Es posible que tengas aún un premio consuelo-
12:13
sábado, 25 de enero de 2014
Tengo unas jodidas ganas...
Tengo unas jodidas ganas
de decirte que te amo.
De balearte con mis besos,
achucharte con mis versos,
con mis brazos,
con mi cuerpo.
Tengo unas jodidas ganas
de que seas tú,
siempre tú,
el camino de mi bloqueo.
Tengo unas jodidas ganas
que estos relatos de amor
tengan tus iniciales.
Y tu sangre.
Y tus lágrimas.
Y tu boca.
—Rosada, carnosa, besable, masticable—
Tengo unas jodidas ganas
de susurrarte. . . a m o r
al oído.
Decirte al son de la vieja escuela:
No importa si el tiempo pasa;
si el café se enfría,
si el cigarrillo se apaga,
piensa siempre que mi amor por ti no expira.
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